Son muchos los aspectos del funcionamiento familiar que parecen proteger al joven, entre ellos: una buena relación con alguno de los padres, la comunicación enfocada, flexible y bien estructurada, la promoción de la independencia, y el hecho de involucrar a los hijos en redes de apoyo social (Francés, 1998; Whirter et al., 1993).

Alberto tiene 15 años, cursa el primer semestre en la Preparatoria Rojina Villegas, todos los fines de semana cuando sus papás salen a trabajar en un pequeño negocio de comida que tienen, Alberto organiza fiestas a la que asisten compañeros de la escuela de su misma edad, sin embargo alguien invitó a un joven de 18 años, llamado César, estando en la fiesta y con la música a todo volumen los jóvenes bailaban y se divertían.

Siendo las doce de la media noche, César aprovechándose de que Alberto ya tenía algunas copas encima, le ofrece «dulcitos», que son un tipo de droga perteneciente a las anfetaminas, al cabo de media hora inconscientemente  Alberto recuerda una pequeña discusión que había sostenido con su vecino, acordándose de ello, sale de su domicilio y tomando un bate de béisbol quiebra los vidrios del auto de su vecino, en ese momento la policía local observa los hechos y de inmediato detiene a Alberto, llevándose al adolescente al Ministerio Público.

Al día siguiente, el vecino interpone una denuncia en contra de Alberto por los daños materiales ocasionados, no obstante los papás de Alberto negaron que su hijo haya hecho eso ya que es un «buen muchacho».