Recordar, acompañar, amar: un día en el asilo

Delia Consuelo González Villarreal

Lic. en Ciencias del Lenguaje y Colaboradora UV-CNCI 

Convivir, apoyar y acompañar es importante para los seres humanos, más lo es para las personas vulnerables para fortalecer su bienestar emocional y social. Más allá de las necesidades materiales, el tiempo compartido, la escucha atenta y la compañía sincera brindan un sentido de pertenencia y valor. Los gestos de cercanía ayudan a combatir la soledad, despiertan recuerdos, fomentan la alegría y reafirman que cada persona es importante y digna de amor, contribuyendo así a una vida más plena y humana.


En el mes de febrero, el departamento de Academia de la universidad tuvimos la dicha de realizar una donación al Hogar de la Misericordia. No llevábamos cosas que para muchos puede ser algo más costoso o en grandes cantidades, cada persona que apoyó lo hizo de corazón y tal vez hasta con cierto sacrificio que pueda significar desprenderse de un recurso destinado para su hogar o familia, sin embargo, también llevamos algo valioso e indispensable que podíamos compartir: nuestro tiempo, nuestras palabras y nuestra escucha. Jugamos lotería, reímos, conversamos y, sobre todo, estuvimos presentes. 

Cada mirada revelaba un universo de memorias y anhelos, y un sinfín de historias por contar. En medio de las anécdotas y risas, comprendimos algo profundo: muchas veces, lo que más se necesita no es lo material, sino el cariño, la compañía, la certeza de que no han sido olvidados. 

En México, según datos del INEGI (2022), el 77.6 % de las personas adultas mayores no reciben cuidados en su hogar, lo que refleja una necesidad urgente de atención y acompañamiento. Además, la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, a través del ODS 3, reconoce la importancia de proteger la dignidad de las personas mayores, garantizando su derecho a un trato justo, a la protección contra el abuso y la discriminación, esto es algo con lo que no pueden contar muchos de los adultos mayores que viven en el desamparo o indiferencia de su familia, esto debe significar para nosotros la oportunidad de regresar a la sociedad un poco de lo mucho que nos ha dado, desde la empatía, la solidaridad y el respeto, mediante algo que hizo eco en nosotros al preguntarles qué necesitaban para sentirse felices, para nuestra sorpresa, no fue algo material, solo: “Vengan y acompáñenos, la soledad pesa mucho…”. 

Este encuentro nos recordó que el valor de una sociedad, también se mide por cómo trata a sus mayores. Que mirar hacia ellos es mirar hacia nuestra propia humanidad, hacia nuestras raíces. Son ellos quienes construyeron caminos que hoy transitamos, y merecen ser abrazados por nuestra gratitud, no solo en actos ocasionales, sino en conciencia constante. 

Deseamos que esto sea una invitación a todos a acercarse, a visitar, a acompañar, porque en ese gesto sencillo se teje una red invisible de amor, memoria y dignidad que transforma más de lo que imaginamos.   

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